En estas imponentes acrópolis residían el rey, su corte y el personal de servicio, en tanto que las viviendas del pueblo se levantaban fuera del fortín, al pie del castillo de su señor, en donde podían ser acogidos en caso de peligro.
Al recinto se accede a través de una empinada rampa y unas escaleras que nos acercan a los majestuosos Propileos construidos por Mnesikles, levantados con mármol blanco del Pentélico. Esta vía ascendente era una monumental puerta de acceso al recinto, que se iba abriendo a la vista del visitante a medida que subía los escalones.
El edificio más importante de la Acrópolis es el Partenón, templo dedicado a Atenea Pártenos -Virgen, en griego- la diosa protectora de la ciudad. Iktinos y Calícrates son los arquitectos que diseñaron este edificio, mientras que la decoración corrió a cargo de Fidias. En el frente observamos ocho columnas de orden dórico, que se repite en las columnas de los laterales. Los relieves del frontón están dedicados a los dioses del Olimpo, mientras que en las metopas apreciamos cuatro famosas luchas mitólogicas. En el friso se dispuso la procesión de las Panateneas.
Frente al Partenón se encontraba el magnífico Erecteion, abierto a los cuatro vientos. El edificio, proporcionado y sutil, combina diversos lugares de culto relacionados con Atenea. Formando un saliente sobre una pared desnuda, destaca el bellísimo Pórtico de las Cariátides, gráciles estatuas de mujer que sostienen sin esfuerzo aparente la cubierta.
El magnífico recinto de la Acrópolis y el Partenón quedó seriamente dañado en 1687, cuando los venecianos dispararon un proyectil sobre el edificio, que en aquellos momentos había sido convertido por los turcos en un polvorín, tras haber sido anteriormente mezquita.
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